viernes, 5 de noviembre de 2021
Hablemos del TDAH: Terapia Breve Sistémica y TDAH
viernes, 8 de octubre de 2021
El diálogo y la comprensión en la relación con los adolescentes: herramientas para padres de familia
Germán
Ríos Morfín*
Los papás y mamás se preguntan cómo
pueden entender las dinámicas de sus hijos e hijas para poderlos prevenir de
sufrimientos o fracasos importantes. También quisieran alejarlos de peligros o
favorecer la mayor cantidad de opciones posibles para que sean felices.
Comprenderlos y estar cerca de ellos
o ellas puede implicar el atender situaciones no esperadas, hablar de temas
incomodos y también aprender a acompañarlos en situaciones cotidianas y
sencillas como ver películas, respetar el silencio o comer juntos.
En muchas ocasiones será necesario
aumentar tu empatía y recordar tu adolescencia, con gustos y frustraciones, que
asumías en el olvido. Algunos recuerdos te pueden facilitar el camino en esa
misión de ser cercano o cercana en la familia y también llevarte a atender
heridas que creías resueltas, generando una dinámica más amorosa y compasiva; o
el hecho de reconocer momentos buenos o positivos de épocas pasadas relativiza
el miedo o frustraciones, las presiones sociales del “deber ser” y te centra en
los recursos y buenas experiencias que ya se tienen como papá-mamá e hijo o
hija.
En esta noble labor algunos se
encuentran con caminos que complican la relación cercana que se busca favorecer
como crisis en el ámbito personal, afectivo, económico, relación de pareja o
relaciones familiares conflictivas que de manera directa o indirecta dañan el
vínculo en la familia y está condición se manifiesta en síntomas en los hijos
como depresiones, adicciones, anorexia y bulimia o en menor grado asilamiento,
problemas de convivencia con sus compañeros, faltas de respeto a la autoridad, dificultad
para tomar decisiones entre otros. La atención con un profesional de la salud
mental es una buena opción en estas circunstancias.
De manera concreta, para potenciar una
relación sana y evitar relaciones distantes, te recomiendo que hagas una pausa
en tres acciones: favorecer la cercanía, retomar tu proceso personal de
adolescente de manera compasiva y mantener expresiones afectivas.
FAVORECER
LA CERCANÍA.
La primera noción a reflexionar que
propongo a los padres y madres es favorecer el encuentro y la presencia. Para
ir alcanzando la cercanía con los adolescentes, hay que observar los “códigos”
en sus chistes o bromas que crean los jóvenes en sus círculos basados en
comentarios de youtoubers, deportistas, canciones o diferentes gustos que ellos
tienen. Por ejemplo, cuando uno de ellos vive algo complicado dice F para Juan.
Este comentario es el resultado de una acción de un juego de video donde
pregunta si se quiere volver a iniciar tiene que presionar la letra “F” de su
teclado. Esto es sencillo de aclar cuando se les pregunta a ellos que quieren
decir. Tan solo poner atención en estos detalles sin buscar ser invasivo o
invasiva, da idea de tu interés en comprender su mundo y abre las puertas a
encuentros constructivos.
Para un vínculo sano uno debe de
estar en una actitud amorosa (Omher 2017; Linares 1996) con la posibilidad de
reconocer y querer a la persona en lo que vive sin prejuicios, de manera
compasiva y favorecer este trato con uno mismo. En lugar de decirle “cómo es
posible que no te guste el deporte” o “esa porquería de música no se debe de
escuchar”, trata de hablar del tema o compartir tus gustos sin obligarle a
seguirlos, sino como una forma de estar.
Otro punto importante con el que
logras un dialogo o conversaciones fructíferas, es establecer las condiciones
para la buena comunicación, donde lo importante no es cumplir con deberes o
exigencias personales como hablar de lo mal que le va en la escuela o lo asilado
que lo notas, ni tampoco ver dónde está el error o quien pudo haberlo cometido
( te puedes sentir culpable por su mal comportamiento y encontrar causas en el
pasado sin acercarte de una manera diferente) (Ceberio 2006), sino tratar de abrir un espacio de
tranquilidad o comodidad en la medida de lo posible, cuidando que el objetivo
sea acompañar y confiar en que esta atención a la larga les llevará a compartir
contigo aquello que les pasa o buscarán la forma de hacértelo saber.
Luego viene lo complejo, cuando
tienes que detenerte a entender y acompañar comportamientos de desprecio, de
miedo o de tristeza que se observa en asilamiento o reacciones impulsivas que
de entrada no se pueden explicar y no observas alguna situación en especial que
explique esta conducta. Puede que percibas que todo está bien y no tengas
alguna idea de lo que está pasando.
Lo mejor es evitar el control o los
miedos con conductas reactivas a la experiencia ambigua que se presentan en
prejuicios o sobreprotección (buscar soluciones inmediatas, dar instrucciones,
regañar, etc.), así como desligarte de expectativas “altas” o exigentes
centradas en condiciones personales no resueltas sobre tus hijos o hijas y
replantear los deseos, sueños o ideales en lo material, espiritual y afectivo.
Cuando logras tomar consciencia de que muchos
de tus conflictos en la relación pueden deberse a frustraciones de tu pasado o
a partir sobre exigencias en tu presente, puedes empezar una nueva percepción
de lo que sucede e inclusive esta situación ser una oportunidad para ti de
entenderte y tratarte de una manera diferente.
Además, para favorecer
conversaciones o entender su experiencia, lo primero que se recomienda es no obligarles
a decir o dar una explicación y darte tu espacio para estar con paciencia, al margen de las situaciones que tienes que
resolver, para acompañarlos o estar con ellos o ellas[1]. En
ocasiones no saben que les pasa (en especial en casos donde hay abuso, tensión
en la relación de sus papás, un problema económico en la familia, etc.), su
mejor medio de expresión son sus gestos y comportamientos de rechazo o
asilamiento (Ceberio 2009)
Si en este punto te das cuenta que
surge la molestia en ti, repites alguna idea que confirma que el problema solo
es tu hijo o tu hija, sin poder ver como también puedes estar afectado o
afectada por problema, el amor se convierte en frustración constante, rechazo o
agresiones y es complicado recuperar la relación. Es importante hacer una pausa
y, si no surge una nueva actitud, pide ayuda profesional.
RETOMA
TU PROCESO ADOLESCENTE.
Al inicio del escrito te comentaba
que es importante que te ubiques en esa etapa y que imagines o traigas a tu
mente aquellas condiciones que eran significativas a esa edad. No es lo mismo
enamorarte a los 15 que a los 25, 35 o 50 años, de la misma forma las
expectativas y relaciones con los amigos van cambiando con el tiempo, lo que
llega a generar una “brecha” generacional que impide una buena comunicación.
En esta etapa pudiste haber sido más
consciente de necesidades y situaciones en casa y tener otra opinión diferente
a tus papás respecto a tus amigos o eventos a los que asistías. Descubriste otra
forma de entender lo económico, social, familiar, religioso, corporal o
intelectual.
Probablemente tus reflexiones estaban
más centradas en tus deseos para tu vida adulta; o como poder conquistar a esa
chava o ese chavo; probablemente te cuestionabas sobre temas políticos de
injusticia o hábitos en casa que antes te parecían normales.
Al ver y pensar en estas
situaciones, puedes irte acompañando de tu pareja o amigos cercanos y compartir
tus experiencias o análisis que vas encontrando. Puede ser divertido que cada conversación
lograda con amigos, familiares o pareja te pudiera una nueva perspectiva de tu
vida y de lo que vives o por otro lado que esta crisis con tu hijo o hija te
confirme que es importante atender y reconocer la importancia de tu necesidad
que habita en ti desde tu juventud o inclusive tu niñez y aprender a darle su
lugar (Laso 2014).
Habrá quienes te cuenten experiencias
nuevas como el nacimiento de la idea de su negocio que tienen ahora o que a
partir de cierta experiencia en esa etapa decidieron que carrera querían
estudiar. Algunos otros te contarán maneras divertidas o curiosas de la
relación con su sexualidad, desde el enamoramiento hasta el encuentro con su
cuerpo. Otros tantos te abrirán su corazón con experiencias difíciles que no te
hubieras imaginado que tuvieron que superar.
Tan solo darte este tiempo puede ser
entretenido y podrás incluir toda una gama de temas o conversaciones valiosas.
Estos recuerdos te podrán ubicar un poco mejor en las necesidades de tus hijos
o hijas e inclusive, como comenté anteriormente, podrán despertar algunas tuyas
que están pendientes por atender.
Estos relatos, aumentan la empatía y
la compasión, condiciones importantes para poder comprender a tu hijo(a) que
vive esta etapa de una manera cercana y humana.
MANTENER
EXPRESIONES AFECTIVAS CONSTRUCTIVAS.
Parece una propuesta sencilla, no
creo que algún papá o mamá en su sano juicio se proponga dañar a sus hijos o
quererles transmitir la sensación de menosprecio o poca valía. Lo complejo en
las relaciones humanas es que en ocasiones si se transmite el dolor hacía los
hijos, se les cobran deudas que se les deberían de cobrar a los propios padres,
se les ponen expectativas que no les corresponden o los limitamos con nuestros
miedos.
Por ello hay que reconocer el cariño
que damos, procurando la comprensión y el dialogo. Imagina que en ocasiones disfrutas
o reflexionas sobre las acciones que le hacen bien a tu hijo o hija, por más
simple que parezca. Esto es “alimento”
para su corazón, sus sueños y su vida. Y lo increíble es que esto sucede de
manera recurrente, la confusión estriba en la idea de que lo grandioso o
valioso de la vida es algo diferente a lo que vivimos día a día, o que el error
somos nosotros mismos.
Reconocer que hace bien el
adolescente y el apoyo de los adultos en casa, son fuertes herramientas de
protección. Las mamás o papás desgastados o lastimados, una de las cosas que
pierden o es un reto alcanzar es la paciencia donde se procura el afecto. Ya
sea porque no la vivieron o porque las circunstancias actuales los tienen en
una presión constante, les aleja de sentir cariño y comprensión en la familia. Esta
condición a la larga, sin ser atendida y comprendida, inevitablemente se
relacionará con síntomas psiquiátricos o conductas problemáticas en los
adolescentes.
Volviendo al tema de querer o
demostrar afecto, date tu tiempo para reconocer que les hace bien, desde una
caminata en la tarde, una comida, un te quiero, un abrazo, ver una película,
una broma y muchas cosas más. Replícalo cada que puedas y veas pertinente,
hazlo de manera consciente, auténtica y evita que sea algo en automático o
forzado.
Si te encuentras con complicaciones
para expresar afecto, es probable que no sepas como darlo o que alguna
situación personal lo impide. Puedes pedir ayuda profesional, como lo he ido
mencionando en el escrito (las frustraciones que no permiten renovar o resolver
las tensiones con los hijos puede que te lleven a esta posibilidad) o también
irlo dialogando con alguien de confianza que te ayude a pensar en cómo puedes
aprender a querer. Y si quisieras practicar desde lo básico, puedes empezar a
tomar el cariño desde la salida del sol al amanecer, el saludo de las personas
en tu trabajo, tu salud o alguna condición positiva que reconozcas. Todo el
tiempo pudieras encontrar algo amoroso que fortalezca tus relaciones con los
otros y contigo mismo o contigo misma.
CONCLUSIÓN.
Puedes poner en práctica estas ideas
para ser cercano o cercana y dialogar para comprender a tu hijo o hija. Si observas
no solo es preguntar o investigar qué es lo que hace, sino que es una actitud
de cercanía y respeto, donde lo importante es favorecer una relación
constructiva y afectuosa.
Los principales retos los podrás
encontrar en crisis actuales o carencias afectivas en tu vida. No quiere decir
que seas el culpable o la culpable de sus males, sino que al atenderte
facilitas que ellos también lo hagan, siguen tu ejemplo en sus vidas, aunque en
ocasiones parece que te ignoran.
Por último, confía en los recursos
que tengas para demostrar el afecto, cuando esta característica se cuida y se
hace de manera consciente, auténtica y prudente, se abren nuevas posibilidades
para dialogar y compartir la vida. A pesar de los malos ratos o los conflictos,
el hecho de poner de antemano el cariño, permite entender de otra manera el
pasado y procurar un futuro pleno para ellos y ellas.
REFERENCIAS.
Ceberio, M (2006), “La buena comunicación”.
Barcelona: Paidós.
Ceberio, M (2009), “Cuerpo, espacio y
movimiento en psicoterapia. El cuerpo del psicoterapeuta como herramienta de
investigación.” Buenos Aires: Teseo.
Omer, H (2017), “Resistencia pacífica.
Nuevo método de intervención con hijos violentos y autodestructivos”.
Madrid: Ed Morata S.L.
Laso, E (2014) El trabajo con emociones en terapia
familiar: teoría y aplicaciones. México: Revista Redes.
Linares, J (1996), Identidad y Narrativa. Barcelona,
Paidós.
[1] Otros
tantos son conscientes de que hay una crisis en casa y no saben cómo
acompañarlos, se resignan a esa tensión, y se enfocan en resolver otro
conflicto relacionado con lo económico, un conflicto de pareja, enfermedad de
algún familiar, etc. y no con el comportamiento extraño que observan.
lunes, 27 de septiembre de 2021
Tratamiento de los Trastornos del Espectro Autista: taller de Creare*
Atenta invitación:
lunes, 20 de septiembre de 2021
Acompañamiento emocional en el aula: pautas para los maestros
En
esta entrada se presentan una serie de propuestas para maestros que desean brindar
acompañamiento emocional de sus alumnos en el contexto de la nueva normalidad.
Las pautas que aquí se presentan se dividen en dos grupos: 1) las que tienen un
propósito preventivo y 2) Las que permiten la intervención en situaciones de
crisis.
De
frente a un escenario nuevo, que desafía nuestras habituales maneras de
proceder, surge la necesidad de acompañar a los estudiantes de la mejor manera
posible. En ese sentido, en este escrito, se proponen distintas herramientas
para el acompañamiento emocional de los alumnos y alumnas que se encuentran en
proceso de volver de forma presencial a las aulas.
Este esfuerzo responde a la consideración de que el periodo que duraron las clases a distancia fue extenso, y significó un proceso de adaptación por parte de los alumnos y alumnas que, nuevamente, requiere de ajustes y su asimilación. La pandemia por COVID-19 ha marcado un periodo de crisis para muchas personas, ha generado miedo, angustia y malestar emocional.
Las estrategias se basan en la idea de que la educación no sólo es un instrumento para el aprendizaje de contenidos y desarrollo de competencias cognitivas, sino también representa un espacio que contribuye a la formación integral de los alumnos en donde es necesario el rol del docente como agente de desarrollo de la inteligencia emocional en sus estudiantes. Por ello, estas herramientas se enfocan en la sugerencia de una serie de pautas para el acompañamiento emocional grupal e individual en el contexto de la pandemia.
Para los fines de este escrito, las pautas se dividirán en dos grandes grupos. El primero de ellos con aquellas acciones que se pueden llevar a cabo de manera grupal, en el día a día y que trabajan a nivel preventivo. El segundo grupo se compone de pautas que se llevan a cabo en situaciones de crisis, cara a cara con el alumno a un nivel interventivo.
Pautas de acompañamiento emocional a nivel
grupal y preventivo
FACILITACIÓN
Brindar un espacio para que los alumnos se
puedan expresar emocionalmente.
Ejemplos: termómetro de las emociones,
dibujos, escritos, expresión oral (preguntar ¿cómo están?), observar cambios de
comportamiento, dar importancia a preocupaciones, miedos y frases relacionadas
con la muerte.
NORMALIZACIÓN
Recordar a los alumnos que son normales
sus emociones, es importante hacerles frente.
Ejemplos: mensajes o comentarios
relacionados con las situaciones por las que pasamos, como: “es normal que…”,
“las emociones no son ni buenas ni malas”, “las emociones tienen una función en
nuestra vida”.
CREAR VÍNCULOS
Ayudarles a que puedan reencontrarse con
sus compañeros/as y docentes, evitando el aislamiento y la desconexión.
Ejemplos: preguntar cómo les fue en el
recreo, sondear sí estuvieron acompañados, recurrir a los trabajos de equipo y
recuperar cómo les fue y cómo se sintieron.
RECUPERACIÓN DE RECURSOS
Guiarles a identificar sus fortalezas,
cualidades y habilidades que les ayudan a enfrentar situaciones adversas.
Ejemplos: recuperar formas de resolución
de conflictos, verbalizar las cualidades que observas en los alumnos/as,
reconocer en puestas en común las habilidades que han sido de ayuda para c/u,
apuntar en una libreta grupal las acciones positivas que se hicieron en la
semana.
Pautas
de acompañamiento emocional en situaciones de crisis
Se entenderá por crisis, un estado
transitorio que dificulta la capacidad de respuesta y provoca una serie de
reacciones emocionales como llanto, agresión, hiperventilación, ansiedad, entre
otras.
Las siguientes pautas están basadas en el
modelo de primeros auxilios emocionales y se han adecuado para su aplicación en
contextos escolares. Los objetivos de esta estrategia son 3, a saber:1) Brindar
alivio emocional inmediato, 2) facilitar la adaptación y 3) prevenir el
desarrollo de psicopatología.
ACERCAMIENTO INICIAL
• Identificar la situación de crisis.
• Pedir ayuda (a un estudiante o personal)
SIN dejar solo(a) a quien está en crisis para que avisen al Orientador Educativo,
a la coordinación y/o dirección.
• Siempre quédate con él/ella.
• Si tiene algún objeto con el que pueda
hacer o hacerse daño, es mejor no acercarse.
• Revisa tu estado emocional. Mantén la calma.
ESCUCHA ACTIVA
• No minimizar el sufrimiento (creyendo que es manipulación
o chantaje).
• No utilizar frases como “no pasa nada…”,
“échale ganas”, etc. (que lleven a desvalorizar el sentimiento).
• Ante la falta de ideas, solo escucha.
• Comprende cómo se está sintiendo.
• Llámale por su nombre.
• Dile tu nombre (en caso de no conocerse).
• Espera pacientemente a que responda.
• No le infantilices o regañes.
• Evita discutir o tratar de convencerle.
VOLVIENDO A LA CALMA
·
Ofrezca técnica de respiración o relajación y
aplíquela por algunos minutos. En los puntos siguientes se describen dos
técnicas.
• Guiar al estudiante a respirar
profundamente: inhalar en 4 tiempos, sostener el aire en 4 tiempos y exhalar en
4 tiempos.
• Hacer el movimiento de la mariposa con
tus manos y dar ligeros golpes con las palmas entre pecho y hombro a la par que
le pides que siga tu ritmo.
CATEGORIZACIÓN DE NECESIDADES
·
Ayuda al alumno a que identifique y ordene
necesidades básicas
• Comprometerte solo con lo que realmente puedas cumplir.
• En la medida de lo posible intenta
dialogar sobre lo que necesita, puedes preguntar ¿en qué te puedo ayudar? en
caso de que no lo pueda decir le puedes dar opciones como: caminar, tomar agua,
hablar, dibujar, entre otras.
• Ayudar al alumno a ordenar por orden de urgencia sus
necesidades.
DERIVACIÓN
• Derivar al estudiante con Orientación Educativa o
Coordinación en ese momento y asegurarse de que se inicie el contacto.
Conclusiones
Hasta aquí se han abordado planteamientos con respecto a cómo acompañar emocionalmente a los alumnos en el escenario de la pandemia por coronavirus. Se advierte que las pautas sugeridas requieren de la adaptación a las necesidades propias del centro escolar en donde se pretenda aplicar y de la práctica constante para dominar las habilidades.
Bibliografía
Bisquerra, Rafael (2019) EDUCACIÓN
EMOCIONAL. Propuestas para educadores y familias
Brooks,
S.; Webster, R; Smith, L; Woodland, L.; Wessely, S.; Greenberg, N.; James, G.
(2020) The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review
of the evidence. www.thelancet.com Vol 395 March 14, 2020. London, UK.
Cortés, P. y Figueroa, R (2015)
Manual ABCDE para la aplicación de Primeros Auxilios Psicológicos. Cigiden
García, Felipe (2013) Trauma y
crecimiento: una propuesta de intervención en “Terapia sistémica breve:
fundamentos y aplicaciones”. RIL editores. Santiago de Chile.
García, Felipe (2017) Terapia
breve de la experiencia traumática: recuperación y reconstrucción en “Técnicas
efectivas de hipnosis clínica y terapia sistémica breve: estudio de casos”.
UANL. Monterrey
lunes, 16 de agosto de 2021
El TDAH en cinco puntos
En
esta entrada se presentan “Cinco puntos sobre el TDAH”. Esta conferencia fue
impartida por Mauricio Leija* en la Universidad Marista de Guadalajara el 23 de
noviembre del 2020. El evento formó parte de la 2da Jornada de Salud Mental
"La Red"
En la disertación se abordan 5 preguntas clave para entender el Trastorno por Déficit de Atencion e Hiperactividad: ¿Qué es?, ¿Qué tan frecuente es?, ¿Cuál es su causa?, ¿Cómo se diagnostica? y ¿Cuál es su tratamiento?.
*Mauricio Leija es paidopsiquiatra. Tiene el cargo de Representante en el Estado de Jalisco de la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil A.C. (AMPI). Es profesor de la maestría en Psicoterapia Sistémica en el Instituto Bateson de Psicoterapia Sistémica. Es conferencista nacional e internacional. Ha participado con ponencias sobre neurodesarrollo y otros temas de salud mental en congresos realizados en México, Europa y Latinoamérica. Es autor y coautor de diversos trabajos de investigación los cuales han sido publicados en revistas y libros especializados.
martes, 6 de julio de 2021
La resiliencia en los alumnos
Mucho
se ha hablado acerca de la resiliencia como la capacidad que tenemos las
personas de afrontar la adversidad y salir fortalecidas de ella. Sin embargo,
en muchas ocasiones es difícil llevar este concepto abstracto al terreno
práctico. Cynthia Quintero nos ayuda en esta empresa al brindar algunas pautas
para la promoción del desarrollo de resiliencia en los alumnos que acompañamos.
El podcast al que pertenece este capítulo se llama Camino a la resiliencia y lo
encuentras en la plataforma de Spotify.
jueves, 27 de mayo de 2021
lunes, 17 de mayo de 2021
Normas y disciplina para una convivencia armónica en casa y en la escuela
La disciplina y las normas pueden facilitar el
aprendizaje y desarrollo en la escuela y sentar las bases de seguridad en la
familia. En este escrito hablaremos de estos dos escenarios socialmente
significativos, junto con una reflexión sobre la convivencia y con algunas
conclusiones que sean de ayuda para las personas que llevan la responsabilidad
y demanda social de formar y acompañar a adolescentes y jóvenes.
La convivencia y las normas
Somos seres sociales y necesitamos de los
otros para poder ser plenos en nuestra vida. En la realización personal, sin
los otros no tienen sentido los logros. Ya lo mencionaba Cristopher McCandless
en la película “Into the wild” (Penn 2007), cuando al final de su búsqueda de
libertad, en la soledad, se da cuenta que la felicidad sólo es valiosa cuando
es compartida.
Para los adolescentes y jóvenes es necesario aprender
a colaborar con otras personas. Usualmente tienen que lograr un intercambio de
ideas, sentires y en un futuro hasta asociaciones económicas que les traigan un
beneficio y les genere bienestar. Esto se verá influido en algún momento por
las dinámicas con las cuales aprendieron a convivir con las normas desde casa y
en la escuela.
En ambos escenarios delegamos nuestras
esperanzas de un mundo mejor y en ocasiones podemos exigir asuntos que no son
responsabilidad de ese escenario u organización. Lo ideal es que haya
colaboración entre en estos dos y se ajusten las expectativas para lograr un
ambiente saludable, que favorezca el aprendizaje y desarrollo (Dowling E &
Osborne E 1996).
Disciplina en la escuela
Curwin
y Mendler (2003) generan una propuesta para trabajar en la escuela de una
manera preventiva de mala conducta, no autoritaria, que permita tener ambientes
óptimos para el aprendizaje, revalorando las normas en un sentido positivo. Una
de sus sugerencias es hacer acuerdos con los alumnos (contratos sociales) y con
ello evitar que el ambiente en clases sólo dependa del profesor. Por ejemplo,
al iniciar el curso se dialoga con los estudiantes, ellos proponen algunas
normas que les parezcan importantes para poder aprender, el profesor confirma y
se guía durante el curso con estos acuerdos. Pueden incluir consecuencias
particulares como una clase de convivencia si se cumplen ciertos objetivos en
la clase (siempre y cuando la institución lo permita[1]).
Al hablar de los profesores (Curwin y Mendler
2003), indican que deben cuidar su desgaste y analizar los modos como aplican
las normas, procurando un balance y claridad entre lo que se espera de los
alumnos y la forma como se expresa. Si se es demasiado duro, se pierde de vista
el aprendizaje y se teme a la consecuencia. Si se busca ser demasiado cercano,
los alumnos generan un trato de “amigo” y menosprecian los contenidos o
habilidades a desarrollar.
Además, los docentes llegan a hacer
comentarios o acciones poco efectivas que mantienen una resistencia para el
trabajo en su materia o una lucha de poder, generando una competencia por el
mandato en el salón con los alumnos. Para resolver estas tensiones que pudieran
surgir hay que cuidar la confianza con el equipo administrativo[2] o
algún otro profesional que les permita analizar sus modos de actuar y lograr
acciones centradas en el logro de las habilidades de la materia, así como
atender las frustraciones o malestares personales, no relacionados directamente
con la enseñanza.
Una vez lograda esta ubicación de los propios
modos de proceder, podemos tomar la propuesta de Schmill (2008) para intentar
nuevas formas de llevar las normas de manera asertiva o evaluar las que son
exitosas y ver si se ajustan a estas ideas, que se basa en 5 puntos: ser claros
(definir que se quiere más allá de dar explicaciones), concretos (enfocarse en
comportamientos definidos, en cierto lugar y forma), concisos (decirlo en pocas
palabras), cumplidos (al no seguir el acuerdo o norma aplicar una consecuencia
relacionada con la falta), consistentes con las reglas (mantener la misma norma
y consecuencia a través del tiempo).
Es
importante tomar en cuenta que hay cierto porcentaje de alumnos que serán
disruptivos a pesar de los acuerdos o formas asertivas de comunicación. Se
pueden tomar otras herramientas para estos casos complicados como el dejar
pasar la provocación (apodos, ignorancia o gestos de descalificación hacía la
autoridad); evitar la lucha de poder y en su lugar reflexionar con la persona
al margen del grupo; dialogar junto con otro profesor sobre el conflicto y en
ocasiones hasta tener la posibilidad de “jugar” con la idea o conducta “descalificadora”
(Por ejemplo, si te critican por tu forma de vestir, trata de reírte de ti
mismo(a): “si, nunca ha sido lo mío la
moda, me quedé en los ochentas” y seguir con el tema del día) (Curwin &
Mendler 2003).
Normas en casa
La familia responde a diferentes retos como
las demandas de cierto estilo de vida o la presión por alcanzar estándares
lejanos de sus necesidades que pueden hacer complicado estar presentes. También,
en ocasiones es complicada la buena convivencia ya que no solo depende de la
forma como se llevan las reglas e instrucciones sino del ambiente en casa. Por
ejemplo, los secretos, así como las tensiones en las parejas (Fishman 1990),
generan interacciones que llevan a vivir malestar en los hijos que muestran a
través de síntomas o acciones rebeldes. En caso de estar en una crisis o con una
relación desgastada (descalificaciones, agresiones e inclusive violencia) es
importante acudir a pedir ayuda con un profesional que los lleve a entender y
resolver las tensiones de manera constructiva.
En
sentido positivo, las familias pueden generar un espacio con riqueza afectiva y
de respeto según las etapas y capacidades de cada uno de los integrantes. Estas
dinámicas constructivas podemos pensar que son el ejemplo de la armonía y el
amor que habita en este mundo.
Para iniciar respecto al manejo de reglas en
el hogar, debemos de reflexionar en una manera constructiva de ejercer la
autoridad, evitar la culpa y en su lugar ser asertivos siguiendo las mismas 5
condiciones mencionadas previamente de Schmill (2008): Concretos, concisos, cumplidos,
claros, consistentes. Por ejemplo: cuando tu hija no sigue alguna norma en casa
como dormir a las 9 de la noche, se pudiera hablar con ella de la siguiente
manera: Hija, el dormir a tus horas es bueno para tu salud y ayuda a que
aprendas mejor. “Si no te vas a tu cama a descansar, me quedaré contigo
hasta que me entregues tu tablet…” (pasan de las 9 de la noche y se sienta usted
a su lado o en su cuarto esperando a que le entregue el aparato). Si reincide,
se vuelve a repetir la misma idea y se procura la misma consecuencia centrada
en el sentido del descanso. (Hay que tener una autobservación y actitud
reflexiva para que esto tenga sentido. En caso de tener complicaciones para el logro
de la buena convivencia, habrá que preguntarse ¿Qué puedo hacer yo diferente?
Si no puede hacerse esta pregunta o percibe que ya no hay nada que hacer y tiene
poca paciencia con su hijo o hija; es probable que necesite de asesoría
profesional).
Además, puedes experimentar con diferentes acuerdos
con tus hijos. Puedes iniciar con un par
de actividades que es importante que ellos hagan, anotar las consecuencias y
que ellos las conozcan. No necesariamente tienes que premiar todos sus logros,
pero si reconocer cuando están hechas sus responsabilidades (Dowling E &
Osborne E 1996). (Habrá que procurar
priorizar las actividades más importantes. Si se quiere que se haga lo que no
se ha hecho de un día para otro, pudiera ser parte del problema y no una solución).
En casos extremos de comportamiento disruptivo,
cuando los hijos son violentos o agresivos, los papás dudan en la forma de proceder.
Se sienten apenados o culpables por las reacciones
de ellos o ellas y evitan comentarlo con los demás (Omer 2017). Buscan
culpables fuera de su núcleo familiar y pasan de tener actitudes hostiles a
negligentes sin poder quedarse en una propuesta asertiva (Schmill 2008).
Para responder ante estas condiciones
violentas pueden tomar las propuestas de la resistencia pacífica de Haim Omer
(2016)[3]. Uno
de sus principales objetivos es evitar responder ante las provocaciones que
generan lucha de poder o interacciones agresivas (físicas, verbales u otras). Menciona
varias ideas y comparto dos de ellas que me parecen fundamentales: la primera es hablar de este tema con alguien
de confianza (amigo o amiga de los padres de familia, el tío o tía de
confianza, algún entrenador o profesor cercano, etc.) y si se presenta la
amenaza del hijo o la hija contactar en ese momento al apoyo que hayas elegido
para que ayude(n) a resolver la situación conflictiva, les permita mediar y escuchar
las necesidades de él o ella. La segunda es evitar el control y apostarle a la
presencia, que su hijo o hija tenga claro que hay un papá, mamá o autoridad
cercana que no se va a alejar y no pretende obligar o controlar sino llegar a
una sana convivencia, procurando demostrar el afecto de manera sorpresiva
(hacerle su comida favorita, expresar cariño sin esperar una respuesta,
saludarlo o saludarla de manera cariñosa, aunque no quiera responder, etc.).
Conclusión
En un inicio las actitudes autoritarias
parecen tentadoras: las provocaciones de alumnos en las interacciones del día a
día nos pueden sacar de nuestro centro o equilibrio emocional (Curwin & Mendler
2003). Lo importante es retomar el sentido de la interacción, reflexionar sobre
nuestro hacer, no solo sobre los otros, e inclusive incluir un cuestionamiento
o toma de conciencia de nuestra escala de valores[4]
(Schmill 2008).
Además, podemos cometer errores en el manejo
de la disciplina o en el logro de los aprendizajes o las bases de la formación
de los adolescentes y jóvenes. Esto se
puede dar por ignorancia o falta de conocimiento de acciones eficientes aprendidas
desde nuestras familias de origen. Hay que tomar la responsabilidad de
cambiarlas o reaprender nuevas formas de manejarnos como autoridad (no se sabe
plantear un objetivo de trabajo, se procuran dinámicas ambiguas o agresivas). Lo
que es relevante es hacer una pausa y ver cómo estamos frente a este tema.
Así, podemos pensar que la exigencia del buen
comportamiento no depende del control o los castigos que infundan miedo.
Tampoco podemos ser rígidos o permisivos en cuanto las formas de relación con
la autoridad habiendo tantas necesidades o motivaciones no dichas o por
descubrir con los adolescentes y jóvenes, sino tomar el reto de ser autoridades
conscientes y humanamente responsables. Hay que saber reconocer que uno
necesita seguir aprendiendo, pensar que estamos en un contexto complejo y que
las “agresiones o malos modos” no son contra nuestra persona, aunque así pudieran
parecer, sino que son parte de las carencias o conflictos que hay que tratar de
manejar con compasión y con amor.
* Germán
Ríos Morfín, es psicólogo y terapeuta familiar, actualmente se desempeña como
coordinador académico en el bachillerato Pedro Arrupe, docente en la
Universidad Marista de Guadalajara y terapeuta clínico. Para conocer más su
trabajo: Supervisión
de la práctica en psicoterapia
Referencias
Curwin R y Mendler A (2003) “Disciplina con dignidad”,
México: ITESO
Dowling E & Osborne E (1996) “Familia y Escuela.
Una aproximación conjunta y sistémica a los problemas infantiles”. España:
Paidós
Fishman H (1990), “Tratamiento de adolescentes con
problemas. Un enfoque de terapia familiar”. España: Paidós
Omer, H (2017), “Resistencia
pacífica: nuevo método de intervención con hijos violentos y autodestructivos”.
Madrid:
Morata
Penn, S (Director). (2007) In to
the Wild. Paramount Vintage
Schmill
V (2008) “Disciplina inteligente en la escuela”, México: Producciones
Educación Aplicada S. de R.L. de C.V.
[1]
En algunas instituciones lograr
este cambio requiere un proceso paulatino, en otras el contexto supera el ideal
y se toman algunas medidas estrictas que no siempre van de acuerdo con la
necesidad de los estudiantes de ser escuchados
[2] El
ideal de apoyo se debe de dar en la misma escuela. En ocasiones las
organizaciones no han podido establecer esta confianza por conflictos internos
que se deben de tratar desde otra óptica no establecida en este escrito.
[3] En
este escrito se menciona de manera sencilla esta propuesta para dar una nueva
perspectiva que pueda disminuir el conflicto. Suele ser necesario un proceso
más complejo.
[4] En
ciertas situaciones la base del conflicto, cuando se tienen que mediar las
normas y consecuencias en casa y las escuelas, se basa en el contraste entre
las escalas de valores de las personas o las personas y las instituciones.